miércoles, 27 de marzo de 2024

Nueva combinación antibiótica al rescate de las infecciones multirresistentes

 Una nueva combinación antibiótica para infecciones resistentes y graves está un paso más cerca de la aprobación. La Agencia Europea de Medicamentos (EMA) recomienda conceder la autorización de comercialización a Emblaveo (aztreonam-avibactam, de Pfizer), un medicamento de administración endovenosa indicado para el tratamiento de infecciones intraabdominales y urinarias complicadas, neumonía nosocomial e infecciones causadas por bacterias aerobias gramnegativas, en las que las opciones de tratamiento son limitadas.

Las infecciones por bacterias gramnegativas resistentes a muchos de los antibióticos disponibles en la actualidad son un grave problema de salud pública, ya que las opciones de tratamiento son limitadas e incluso inexistentes. Se estima que las infecciones ocasionadas por bacterias multirresistentes causan 35.000 muertes al año en la Unión Europea.

Emblaveo es una combinación a dosis fijas de dos principios activos, aztreonam y avibactam. El aztreonam ya está autorizado en Europa para su uso en monoterapia y el avibactam está autorizado para su uso en combinación con ceftazidima.

Aztreonam es un antibiótico del grupo de los betalactámicos que actúa uniéndose a las proteínas de la superficie de las bacterias. Esto impide que las bacterias construyan sus paredes celulares, produciendo así la muerte de estas bacterias.

Avibactam bloquea la acción de muchas de las enzimas bacterianas denominadas betalactamasas. Estas enzimas permiten a las bacterias descomponer los antibióticos betalactámicos como el aztreonam, haciéndolas resistentes a la acción del antibiótico. Al bloquear estas enzimas, el avibactam restablece la actividad del aztreonam frente a las bacterias resistentes a este antibiótico.

El Comité de Medicamentos de Uso Humano (CHMP) de la EMA ha considerado que los beneficios de Emblaveo superan los riesgos para los pacientes con infecciones causadas por bacterias gramnegativas cuando tienen pocas o ninguna opción terapéutica para combatir la enfermedad.

Emblaveo ha demostrado su eficacia en el tratamiento de diversas infecciones graves. Los datos microbiológicos indican que la combinación de aztreonam y avibactam es efectiva en infecciones causadas por muchos patógenos gramnegativos aerobios multirresistentes, por lo que la combinación podría responder a una necesidad médica aún no cubierta.

Este nuevo medicamento, que estará disponible para ser administrado por vía intravenosa, ha sido analizado por el mecanismo de evaluación acelerada de la EMA por considerarse de gran interés para la salud pública.

La recomendación de la EMA está basada en los datos de seguridad y eficacia ya disponibles para cada principio activo, así como en los resultados de dos ensayos clínicos de fase III aleatorizados.

Estos ensayos no estaban diseñados para demostrar la eficacia, pero proporcionan datos de seguridad complementarios para la combinación de aztreonam y avibactam.

 

https://www.diariomedico.com/farmacia/industria/nueva-combinacion-antibiotica-rescate-infecciones-multirresistentes.html

Resistencias a antibióticos: una amenaza no tan 'fantasma'

 Hasta el año 2025, las resistencias de los microorganismos a los antimicrobianos podrían causar diez millones de muertes cada año en el mundo. En estos momentos, 25.000 personas mueren anualmente como resultado de infecciones resistentes a los antibióticos en Europa, mientras que la cifra en Estados Unidos se sitúa en 23.000 fallecimientos anuales.

El número de infecciones al año que se producen se deben a bacterias que son resistentes a uno o más antibióticos. Este es el desolador panorama que prevén, aunque ya ha empezado la carrera, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) estadounidenses y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Después de los estragos causados por la covid-19, la comunidad médica y científica no duda en afirmar que la aparición de superbacterias y la resistencia a la antibioterapia será la próxima ‘pandemia silenciosa’ a la que se enfrentará el ser humano.

"Por supuesto. La resistencia a los antibióticos, que se sufre en los hospitales y en las farmacias es ya una ‘pandemia silenciosa’. Sabemos que incrementa cada año y tenemos superbacterias que son intratables con los antibióticos disponibles. La proyección para 2050 es que cada tres segundos muera en el mundo una persona por esta causa; un contexto mucho peor que el generado por la pandemia por SARS-CoV-2 si se analizan los números globales de mortalidad" considera César de la Fuente, catedrático de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, quien apunta que la resistencia a antibióticos ya mata al menos a 1.27 millones de personas al año en el mundo.

En España, y según datos de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica, las resistencias antimicrobianas provocan ya más de 3.500 muertes, causando, además, cuatro millones de infecciones graves al año.

El potencial de los microorganismos

La vuelta a la palestra de las resistencias a antibióticos y del desarrollo de las denominadas superbacterias se ha puesto a poner, una vez más, de relieve por las recientes noticias sobre la amenaza de otro tipo de microorganismos que, como el hongo Candida auris, han hecho acto de presencia en forma de brote, fundamentalmente en Estados Unidos, mostrándose resistentes a los fármacos indicados en este caso. Junto con las bacterias, las infecciones fúngicas podrían sumarse en los próximos a la acción de las bacterias y constituir otra nueva amenaza de salud pública.

"Son una amenaza cada vez mayor. Lo estamos viendo actualmente con los brotes de Candida auris. Debemos actuar lo antes posible", señala De la Fuente, uno de los más reconocidos investigadores en el desarrollo de nuevos antibióticos mediante sistemas computacionales y que acaba de ser nombrado miembro del Instituto Americano de Ingeniería Médica y Biológica (AIMBE Fellows, una de las más altas distinciones profesionales otorgadas a un ingeniero médico y biológico.

El mismo desolador panorama lo comparte Álvaro San Millán, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, quien explica que desde la introducción de los antibióticos en la práctica clínica a mediados del siglo pasado, las bacterias han ido acumulando distintos mecanismos, que ya existían pero se han seleccionado, para ser capaces de sobrevivir a estos tratamientos.

En la actualidad, y debido al gran uso que se ha hecho de los antibióticos -ya que se trata de moléculas muy efectivas para los tratamientos de enfermedades infecciosas- hay una gran frecuencia de bacterias resistentes a los antibióticos.

"Estas bacterias son especialmente preocupantes en los ámbitos clínicos porque los pacientes que entran en los hospitales pueden estar inmunocomprometidos o estar bajo tratamientos que reducen su sistema inmune y que, por tanto, se pueden colonizar por este tipo de bacterias. El hecho de ser resistentes a múltiples antibióticos reduce mucho nuestra habilidad para tratar las infecciones con consecuencias, a veces, muy graves".

La resistencia antimicrobiana es, no obstante, un proceso natural que ocurre cuando microorganismos como bacterias, virus, hongos y parásitos cambian hasta tal punto que consiguen que los medicamentos normalmente utilizados para tratar las infecciones que causan resulten ineficaces.

Los 'superpoderes' de las 'superbacterias'

En el caso de las bacterias, se consideran superbacterias a aquellas que han desarrollado resistencia a los antibióticos que tenemos en las farmacias y los hospitales. Con lo cual, son muy difíciles de tratar y pueden ser letales. Las bacterias resisten la actividad farmacológica porque "tienen 'superpoderes' y es que se duplican en una escala de tiempo de minutos; así son capaces de evolucionar muy rápidamente a la acción de los antibióticos, lo que las lleva a sobrevivir desarrollando resistencia a estos fármacos", señala De la Fuente.

Los microorganismos que actualmente encabezan la lista de resistencias son los denominados patógenos Eskape, "los más peligrosos del mundo", señala De la Fuente: Enterococcus faecium, Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Acinetobacter baumannii, Pseudomonas aeruginosa y Enterobacter spp., que "son resistentes a algunos o muchos de los antibióticos más importantes".

En el caso concreto de las bacterias, el especialista señala que "son incluso más difíciles de tratar las Gram negativas, en parte porque tienen dos paredes celulares que las protegen del mundo exterior, y de la acción de los antibióticos, mientras que las Gram positivas solo tienen una".

Hospitales, pero también comunidad

Un trabajo en The Lancet del pasado año, llamado Global burden of bacterial antimicrobial resistance in 2019 a systematic analysis, que llevó a cabo un consorcio internacional de investigadores, fue un paso más allá midiendo por primera vez la carga que estas infecciones representan a nivel mundial.

Los datos señalan que los seis principales patógenos causantes de muertes asociadas con la resistencia (Escherichia coli , seguida de Staphylococcus aureus, Klebsiella pneumoniae, Streptococcus pneumoniae, Acinetobacter baumannii y Pseudomonas aeruginosa) fueron responsables de una media de 929.000 muertes atribuibles a resistencias a antimicrobianos y sobre 3,57 millones de muertes asociadas a estas resistencias en 2019.

Una combinación de patógeno y fármaco, S. aureus resistente a la meticilina, causó más de 100.000 muertes atribuibles a resistencias antimicrobianas en 2019, mientras que seis más causaron entre 50.000 y 100. 000 muertes cada uno -excluida la tuberculosis extremadamente resistente a los medicamentos: E. coli resistente a cefalosporinas de tercera generación, A. baumannii resistente a carbapenem, E. coli resistente a fluoroquinolonas, K. pneumoniae resistente a carbapenem y K. pneumoniae resistente a las cefalosporinas de tercera generación.

Las bacterias denominadas Eskape encabezan la lista de las más peligrosas. También son más difíciles de tratar las Gram negativas

El científico Daniel López, investigador principal del Grupo Biología Molecular de las Infecciones del CNB- CSIC, subraya que "no hace falta esperar a las estimaciones de 2050, pues la situación en cuanto a las resistencias microbianas ya es grave hoy. El estudio en The Lancet se centra en los hospitales, donde las resistencias preocupan especialmente al encontrarse personas con el sistema inmunitario comprometido, pero no debemos olvidar que en la comunidad (guarderías, colegios, gimnasios, prisiones) también hay cepas resistentes", y, por supuesto, no olvida mencionar el mundo de la salud animal, otra gran pieza de este puzle.

"Ante las cepas multirresistentes estamos desarmados. Tenemos que recurrir a los cócteles de antibióticos, e incluso recuperar algunos que en una situación más ventajosa no usaríamos por los efectos secundarios", subraya el científico.

A pesar de que más de 90 medicamentos se encuentran actualmente en distintas fases de desarrollo contra infecciones fármacorresistentes, según el último informe bianual sobre proyectos de investigación en esta área de PhRMA, patronal estadounidense de la industria farmacéutica, los especialistas, muchos de los cuales han participado en el Congreso Europeo de Microbiología Clínica y Enfermedades Infecciosas (Eccmid 2023) celebrado hace unos días en Copenhague, Dinamarca, consideran que es una necesidad urgente diseñar estrategias que permitan dar una respuesta favorable a procesos infecciosos que o bien ya no se tratan adecuadamente con las moléculas disponibles o que en un corto periodo de tiempo dejarán de hacerlo.

Antibióticos por ordenador

Las iniciativas planteadas por la comunidad científica son muy diversas y, en muchos de los casos, multidisciplinares. Pasan por la creación tradicional de nuevos antimicrobianos, un hecho que parece no encuadrar en los actuales planes de desarrollo-, por descubrir mecanismos que reviertan el proceso de la resistencia -si se han desarrollado bacterias superresistentes, qué hacer para que lo no sean-, por volver a utilizar antiguos antibióticos, por crear antibióticos por ordenador a partir de sustancias de naturaleza o por identificar y desarrollar nuevas dianas anti-resistencias basadas en la actividad de fagos, plásmidos, nanotecnología, microbiota e incluso en las herramientas CRISPR.

Puede que alguna solución a este gran problema de las resistencias llegue de la mano de laboratorios donde no necesariamente se están buscando nuevas moléculas terapéuticas.

Las ideas, algunas de ellas en avanzado estado de desarrollo, están sobre la mesa y constituyen estrategias muy innovadoras. Por ejemplo, el equipo de De la Fuente es pionero en el desarrollo de antibióticos por ordenador sirviéndose de moléculas presentes en la naturaleza para atacar bacterias. Sus actuales líneas de trabajo en biología computacional se centran, sobre todo, en los patógenos Eskape.

"Actualmente estamos explorando genomas y proteomas para descubrir nuevos antibióticos que hagan frente a las superbacterias", pero en su haber ya disponen de moléculas que "pueden eliminar a las bacterias más resistentes de nuestra sociedad" alimentando al ordenador con datos moleculares y convirtiendo esa complejidad molecular química en elementos del sistema binario, al más puro estilo de la teoría de la selección natural de la evolución de Darwin.

En 2018, este equipo estadounidense publicó datos en el que demostraban que el ordenador evolucionó moléculas naturales convirtiéndolas en variantes sintéticas, con escasa intervención humana, que en laboratorio fueron sintetizadas y en las que se observó que algunas de ellas podían matar bacterias in vitro, pero también en modelos animales de ratón. "Se trata de una nueva molécula denominada Guavanii2 que funciona, sobre todo, contra las bacterias Gram negativas, las más patógenas".

En estos momentos, y gracias a los múltiples trabajos del equipo de este biotecnólogo español, ya se dispone de "moléculas que pueden eliminar a las bacterias más resistentes de nuestra sociedad".

Fagos, predadores naturales de bacterias

La fagoterapia es otra de las líneas en las que, actualmente, hay más esperanzas puestas. Los bacteriófagos son virus de bacterias; las infectan para multiplicarse en su interior, y en muchos casos la consecuencia es la muerte de la bacteria.

"Digo en muchos casos porque algunos fagos pueden quedar en estado de latencia en el interior de la bacteria y matarla cuando el ambiente exterior les sea conveniente. En el contexto de la terapia fágica y del uso de los fagos como antimicrobianos, los fagos atemperados -así se llaman los que pueden quedar latentes- no interesan", señala Pilar García Suárez, jefe del Departamento de Tecnología y Biotecnología de Productos Lácteos del Instituto de Productos Lácteos de Asturias, IPLA-CSIC.

En estos momentos, este grupo trabaja en seguridad alimentaria y, por tanto, en el uso de fagos como herramientas de biocontrol de patógenos en la cadena alimentaria. "Específicamente estamos centrados en la bacteria patógena Staphylococcus aureus, que se asocia a intoxicaciones alimentarias pero que también es muy importante en clínica humana y animal. La investigación que realizamos en el desarrollo de antimicrobianos fágicos contra este patógeno tiene interés en clínica, aunque lo que estamos haciendo en ese ámbito actualmente es en colaboración con empresas y por lo tanto, confidencial".

Esta profesional, que participó en el primero de los Itinerarios Cicerón, organizado por el CSIC, dedicado a las resistencias a los antimicrobianos, explica que, actualmente, hay muchos ejemplos de experiencias con el uso de los fagos. "Hay muchos ejemplos, no solo en la literatura sino también llevados al mercado. Hay productos veterinarios para prevenir enfermedades en animales como terneros o pollos. Productos para cosechas de diversos tipos", indica la investigadora.

 

"En clínica humana tenemos una amplia variedad en los países del este de Europa porque ellos tienen una tradición del uso de productos fágicos, pero en los países occidentales lo que se está es practicando una medicina más personalizada, de modo que lo que se aplica al paciente se elabora específicamente para ese tratamiento".

De hecho, en España, la primera experiencia con este tipo de terapia se llevó a cabo en el Hospital Universitario Vall d’Hebrón, en Barcelona, para el tratamiento de una infección respiratoria y por uso compasivo. "En Europa, incluida España, la fagoterapia sólo está contemplada por uso compasivo, frente a otros países, como los del Este de Europa o Estados Unidos, por ejemplo, en los que se puede utilizar sin restricciones".

La fagoterapia es una estrategia muy personalizada para infecciones recurrentes.

En la clínica, la estrategia fagoterápica se lleva a cabo mediante la determinación del tipo de infección que padece el paciente. "Se identifican las bacterias responsables y se aíslan fagos frente a ellas o bien se toman de los que ya hay en las colecciones o en otros laboratorios. Los fagos se purifican a nivel de medicamento y se administran de modo similar a un antibiótico convencional. No es un proceso costoso porque los bacteriófagos se pueden preparar de modo bastante sencillo, no se requieren grandes equipos. Tampoco es complejo; los conocimientos que se requieren son bastante básicos", señala García Suárez.

A pesar de que la terapia fágica no busca sustituir antibióticos, que han salvado u siguen salvando millones de vida, "podría ayudar en aquellos casos en los que éstos no son efectivos, bien porque las bacterias son resistentes a ellos o bien porque la propia naturaleza de la infección hace el tratamiento más complicado.

"Ejemplos de este tipo de situaciones son las infecciones recurrentes que se desarrollan en pacientes de fibrosis quística o infecciones osteoarticulares, entre otras. Desde luego, sí podría ser una estrategia para poder atacar este tipo de problemas. Posiblemente no sea la única que se necesite o la única que sirva para todo, pero hay que buscar soluciones urgentemente y esta merece la pena estudiarla".

¿Para cuándo se podría disponer de esta estrategia, de forma más sistemática, en la clínica? "Esperemos que sea pronto, porque de lo contrario vamos mal. Se trata de una terapia muy personalizada para situaciones concretas que, no obstante, para implantarse de una forma real necesita inversión e investigación porque ni lo conocemos todo acerca de los fagos, ni tenemos todos los tratamientos a punto, así que hay que seguir trabajando. Necesitamos también regulación para que su uso esté amparado en normas claras a las que recurrir si hay dudas y se puedan utilizar igual que cualquier otro medicamento".

No sustituyen a antibióticos

También en el CSIC, el Laboratorio de Biología Sintética De Novo, del Instituto de Biología Integrativa de Sistemas (i2SysBio), en la Universidad de Valencia, acaba de comenzar un proyecto para desarrollar una molécula imitando unas que ya existen en la naturaleza y que se parecen a un fago, pero que no lo es. "Se trata de fagos sin cabeza, capaces de agujerear la membrana de la bacteria, pero sin introducir su ADN", señala Alfonso Jaramillo, del citado laboratorio. De esta forma, estas moléculas -desarrolladas combinando ingeniería genética-, inducirían la muerte de la bacteria por la despolarización del citoplasma.

El equipo empleará la evolución para crear moléculas antimicrobianas basadas en las proteínas que producen los fagos para insertar su ADN en las bacterias. La tecnología que van a desarrollar permitirá obtener fagos sin cabeza, lo que se conoce como cápside, que además se pueden anticipar a las potenciales mutaciones que otorgarían resistencia a las bacterias, adaptando así a las moléculas antimicrobianas a esas mutaciones. "Los antibacterianos desarrollados son meras agrupaciones de proteínas, no virus, y serán inocuos para las bacterias beneficiosas, lo que resolverá uno de los efectos indeseados de los antibióticos actuales”, señala Jaramillo.

La nanomedicina surge también como aliada contra las 'superbacterias' mejorando las propiedades fármaco-químicas de una molécula a través de la introducción de nanopartículas para que su efecto 'in vivo' sea el deseado. Una de las alternativas con la nanomedicina es desarrollar terapias antivirulencia.

"Son terapias que evitan el uso de antibiótico. No matan a la bacteria directamente sino que estimulan al sistema inmune para que sea éste el que se encargue de las bacterias; se trata de evitar la generación de la resistencia por el mal uso y el sobreuso de antibióticos", explica Fernando Herránz, del Instituto de Química Médica del CSIC, que también participó en los Itinerarios Cicerón del CSIC.

Terapias antivirulencia

Su grupo trabaja actualmente con nanopartículas lipídicas que permiten incorporar fármacos o compuestos que son hidrófobos o que se solubilizan muy mal en agua.

"El objetivo es desarrollar terapias antivirulencia que tratan de luchar contra la biopelícula, una protección que desarrollan muchas bacterias que favorece su virulencia e impide la acción de muchos antibióticos. Lo que intentan estas nanopartículas es solubilizar es biopelícula y eliminarla de forma que el sistema inmune se pueda encargar de esas bacterias".

Las terapias antivirulencia tratan de luchar contra la biopelícula; protección de muchas bacterias frente a antibióticos

En estos momentos, este grupo dispone de varios compuestos candidatos, dos familias en desarrollo, que se han mostrado capaces de eliminar la biopelícula o impedir su formación, pero sin afectar a las bacterias cuando están flotando o lo que es lo mismo, que no están formando la biopelícula, "fenómeno que contribuye a que no se generen resistencias, pero también que el sistema inmune pueda actuar sobre esa infección".

Las dos familias candidatas de nanopartículas lipídicas se están patentando en estos momentos porque "han mostrado muy buenos resultados en los ensayos iniciales. Ahora bien, decir que en equis años van a llegar a la clínica es actualmente imposible. Lo que sí se puede evidenciar es que se trata de datos muy prometedores y, desde luego, vamos a seguir avanzando lo máximo posible", subraya este investigador.

Plásmidos; portadores genéticos de resistencias

En el Laboratorio de Álvaro San Millán, del Centro Nacional de Biotecnología (CNB) del CSIC, se trabaja, principalmente, en elementos genéticos móviles, responsables de la diseminación de los mecanismos de resistencia a antibióticos entre las bacterias: los plásmidos, moléculas circulares de ADN que tienen la característica de que se pueden transferir directamente entre bacterias.

De esta forma, si una bacteria adquiere unos de estos plásmidos y el plásmido codifica mecanismos de resistencia a los antibióticos, adquiere todos estos mecanismos. Además, normalmente no codifican solo uno sino múltiples: "un único paso es capaz de adquirir muchos mecanismos de resistencia. Por eso es tan importante entender su biología y cómo se diseminan los elementos genéticos móviles".

Los plásmidos son los responsables de diseminar los mecanismos de resistencia a antibióticos

Su equipo estudia las dinámicas evolutivas de estos plásmidos, potenciales nuevas estrategias terapéuticas-biológicas, en las poblaciones bacterianas; cómo se diseminan, cómo se seleccionan, y "en los ámbitos clínicos, cómo son capaces sobrevivir en bacterias en el ambiente hospitalario y que, luego, van a colonizar a pacientes que entran en los hospitales", explica San Millán que subraya que el último objetivo de esta línea de trabajo es "encontrar nuevas estrategias terapéuticas para 'targetear' a las bacterias que portan específicamente estos mecanismos de resistencia".

Para ello, este laboratorio del CNB está llevando a cabo distintas estrategias biotecnológicas que permiten convertir a las bacterias específicas en dianas que portan plásmidos de resistencia a los antibióticos. "En este frente, disponemos de distintos proyectos a través de los que, por un lado, intentamos entender cuál es el efecto concreto de estos plásmidos en la fisiología de la bacteria para de esa manera, encontrar nuevas dianas terapéuticas que podemos explotar para tratar o combatir este tipo de bacterias".

 Se dispone, por tanto, según San Millán, de investigación básica -la que pretende descifrar la asociación entre plásmidos y bacterias-, y una investigación más aplicada, en la que "desarrollamos las herramientas biotecnológicas para nos permite, directa y específicamente, acabar con este tipo de bacterias".

San Millán considera que descifrar la base ecológica y evolutiva es uno de los retos actuales de la investigación. Y es importante porque, a su juicio, todos, en nuestro organismo, tenemos comunidades bacterianas que como la microbiota intestinal está formada por una inmensa variedad de bacterias.

Así, el objetivo último es encontrar mecanismos que permitan, en esas comunidades complejas, dirigirse específicamente a aquellas bacterias que portan los mecanismos de resistencia y, de este modo, poder contrarrestar la evolución de la resistencia a los antibióticos, pero sin afectar a las microbiotas, en este caso a la intestinal".

El investigador, que también ha hecho mención a la posibilidad de utilizar las nuevas herramientas CRISPR como estrategia válida para 'cortar' las resistencias de los microorganismos –ya existen distintos grupos de antimicrobianos basados en sistemas CRISPR-, ha subrayado que la necesidad de identificar nuevas dianas de combate se justifica porque no hay que olvidar que "las resistencias se encuentran dentro y fuera de los hospitales, por lo que también serían necesarias medidas de Salud Pública que mitigaran este importante problema mundial.

FMM: Desactivadores de resistencias

El grupo de Daniel López, del Grupo de Biología Molecular de las Infecciones del CNB y que también participó en los Itinerarios Cicerón del CSIC, tiene una línea de investigación que ha iniciado frente a uno de los diez 'villanos' señalados por el estudio en The Lancet: Staphylococcus aureus resistente a meticilina (más conocido por su acrónimo inglés MRSA).

Han comenzado por esa bacteria, pero no obstante, su intención a la larga es arrinconar a otras cepas también peligrosas. "Nuestro grupo busca dianas en las bacterias que permitan acabar con su mecanismo de resistencia". Al profundizar en los microdominios funcionales de membrana (FMM) de los microorganismos vieron que podían mediante unos compuestos romper el mecanismo de resistencia de las bacterias frente a los antibióticos.

"Pensamos que esos compuestos se pueden administrar en combinación con antibióticos clásicos, de forma que desactiven la resistencia y se recupere así la eficacia del tratamiento antimicrobiano". Esa premisa tiene doble importancia. "Por un lado, el tratamiento combinado permitiría curar infecciones que ahora se escapan a los fármacos y, por otro, no nos basamos en la búsqueda de nuevos fármacos, sino que reciclamos y damos una segunda vida a antibióticos que estaban descartados, para reincorporarlos a las terapias hospitalarias".

Los FMM podrían administrarse en combinación con los antibióticos clásicos

Este equipo científico tiene ya identificadas las dianas en diversos microorganismos. También ha determinado combinaciones con cócteles antibióticos que pueden funcionar. Ahora trabajan en colaboración con la Universidad de Rockefeller en Nueva York, donde se están realizando los estudios con primates no humanos. Si todo va bien, esperan hallar una o varias combinaciones que sirvan para controlar no solo a MRSA, sino también a unas cuantas de las bacterias más peligrosas. Cada una tendría una combinación y se podría administrar en hospitales sin necesidad de un nuevo antibiótico.

Una gran ventaja de esta estrategia es precisamente que no depende del desarrollo de nuevas generaciones de antimicrobianos. "La razón de ser de nuestro laboratorio no es buscar tratamientos para las resistencias antibióticas, sino ampliar el conocimiento sobre algunos procesos de biología molecular y celular, y, en concreto, sobre cómo se organizan las membranas bacterianas. Al tratar de entender cómo funcionan, hallamos unas maquinarias específicas, las FMM, que se han convertido en diana para los compuestos que ahora investigamos como potenciales desactivadores de resistencias".

No obstante, el científico remarca la importancia de la ciencia básica y del estudio de conceptos biológicos con el único fin de entenderlos, porque "quién sabe si en un futuro, próximo o lejano, ese conocimiento es crucial para desarrollar herramientas con las que mejorar la vida de las personas, en este caso, ayudarnos a luchar contra los microorganismos”.

La microbiota como modulador

En los últimos años, el papel de la microbiota o microbiotas -conjunto de microorganismos que se alojan el en organismo humano, fundamentalmente en cavidad oral, tracto gastrointestinal, urinario y la piel-, ha recobrado un papel esencial en el tratamiento coadyuvante de numerosas patologías.

Desde un ámbito específico de análisis, el de la alimentación, el equipo de Victoria Moreno Arribas, del Instituto de Investigación en Ciencias de la Alimentación, del CSIC-UAM, está interesado en realizar un estudio holístico y multidisciplinar que permita conocer la mejora de todos factores que intervienen en la dieta -y cuya regulación puede mejorar algunas enfermedades-, haciendo hincapié en el declive que, con el paso de tiempo, experimenta la microbiota en el organismo.

"Conociendo las diferencias en la composición y respuesta metabólica de la microbiota, podemos diseñar estrategias, sobre todo dietéticas, dirigidas a potenciar especies que consigan una microbiota saludable y, por tanto, un envejecimiento saludable. Y es importante que este mensaje llegue a la clínica. El objetivo último sería prevenir, a través de la dieta, la colonización de bacterias dañinas para el organismo".

Esta potencial diana que, según Moreno, que está a la espera de ser objeto de revisiones médicas, plantea la posibilidad de considerar la dieta como un modulador y reconstructor del microbioma después de un tratamiento antibiótico.

Estas innovadoras vías resurgen, entre otros motivos, por el escaso interés por el desarrollo de nuevos antibióticos, "en parte, porque no es rentable económicamente, ya que curan las infecciones rápidamente. Es hora de que los gobiernos inviertan en el descubrimiento y desarrollo de nuevos antibióticos", considera De la Fuente.

Porque, ¿si no aparecen nuevas vías capaces de vencer a las superbacterias, las dramáticas previsiones para 2050 se cumplirán? "La previsión es que morirán diez millones de personas al año en el mundo, lo cual se corresponde con 1 muerte cada 3 segundos. Significa volver a la era pre-antibiótica cuando un mínimo rasguño infectado podía ser letal. Es fundamental pensar que los antibióticos no solo resuelven infecciones, sino que son absolutamente fundamentales en la medicina moderna: cirugías, partos, tratamientos de quimioterapia", concluye De la Fuente.

Raquel Serrano/Sonia Moreno. Madrid, 21/04/2023

https://www.diariomedico.com/medicina/enfermedades-infecciosas/resistencias-antibioticos-una-amenaza-no-tan-fantasma.html