La magnitud del efecto
beneficioso de las estatinas depende del RCV de cada paciente. En cambio, la
incidencia de miopatía, hepatotoxicidad y otros efectos indeseados es
independiente del RCV. Por tanto, la relación beneficio-riesgo de las estatinas
depende del RCV de cada paciente y es más favorable en pacientes con RCV
elevado.
Las estatinas incrementan el
riesgo de diabetes en un 9 a 13% en términos relativos. El riesgo tiene
relación con la dosis y con la potencia de cada estatina. En pacientes con RCV
elevado, sobre todo en los que tienen un riesgo elevado de cardiopatía
isquémica, se dice que este riesgo es compensado por el efecto beneficioso del
fármaco.
Simvastatina y atorvastatina son
las dos estatinas más utilizadas. Su metabolización por el CYP3A4 puede ser
inhibida por otros fármacos de uso común en pacientes cardíacos, como
amlodipina, diltiacem o verapamilo, claritromicina y eritromicina, antifúngicos
imidazólicos o antirretrovirales inhibidores de la proteasa, de manera que
aumenta la toxicidad muscular (y en consecuencia la renal) de la estatina.
Aproximadamente un 18% de los
pacientes presentará algún efecto adverso, que puede ser desde leve y
reversible a grave e irreversible.
Prescribir una estatina a una
persona de bajo riesgo, por ejemplo, con hipercolesterolemia aislada,
incrementa innecesariamente la probabilidad de efectos adversos sin aportar
ningún efecto preventivo.
En nuestro país se comercializa bastante la Lovastatina para que también la tengamos presente.
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