Un metaanálisis
aparecido en Chest abre la puerta al uso de betabloqueantes cardioselectivos en
el paciente asmático con indicación clara de uso, como la cardiopatía isquémica
o la insuficiencia cardiaca. Pese a no estar exentos de riesgos, expertos señalan
que podría pensarse en elevar su indicación tras una evaluación cuidadosa del
paciente, una vigilancia estrecha y a dosis menores, dado el demostrado valor
de estos fármacos en la prevención cardiovascular.
Los resultados de la
investigación, que por su interés son comentados en la web de la Fundación
Instituto Catalán de Farmacología, parten de la revisión de 32 ensayos clínicos
frente a placebo y analizan el efecto de esta familia sobre la función pulmonar
y los síntomas en pacientes con asma tratados durante 1 a 7 días.
Así, en una relación
dosis-dependiente, los betabloqueantes cardioselectivos frente a los no
selectivos causaron una reducción media del 7 por ciento del FEV1 (respecto al
10 por ciento de los segundos), una respuesta atenuada a los beta-2 agonistas
de un 10 por ciento (frente a un 20 por ciento) y un empeoramiento de los
síntomas del asma en uno de cada 33 pacientes, mientras que los no selectivos
causaron este problema a uno de 13.
CONTRAINDICACIÓN
FORMAL
En España, "como
en el resto del mundo, el asma ha sido y es una contraindicación formal para el
uso de betabloqueantes en las guías de práctica clínica", recuerda José
María Lobos, coordinador del Grupo Cardiovascular de la Sociedad Española de
Medicina Familiar y Comunitaria (Semfyc). De hecho, el estudio Caracter-Beta ya
apuntaba que esta enfermedad sería un motivo principal para no prescribir estos
medicamentos en pacientes candidatos, resalta Lorenzo Fácila, vocal de la
Sección de Riesgo Vascular y Rehabilitación Cardiaca de la Sociedad Española de
Cardiología (ver gráfico). "A la luz de estos resultados, es muy
importante su valoración riesgo-beneficio, pues ya no se pueden considerar
absolutamente contraindicados".
En especial, por los
beneficios demostrados sobre la mortalidad, alerta Gregorio Soto, portavoz de
la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). "La
evidencia actual apoya dar betabloqueantes a pacientes con enfermedad coronaria
y EPOC o asma", y añade que hay datos que revelan que, al año de
tratamiento, reducirían la mortalidad en un grado similar al de pacientes sin
estas enfermedades respiratorias. En esta línea, recuerda los resultados de un
estudio retrospectivo en más de 200.000 pacientes en The New England of
Medicine y que data de 1998 que hallaba una reducción del 40 por ciento en las
tasas de mortalidad en sujetos con condiciones que a menudo se consideran una
contraindicación a estas terapias, como la insuficiencia cardiaca congestiva,
la EPOC y la edad avanzada.
Más cauto acerca del
alcance del metaanálisis se muestra Miguel Camafort-Babkowski, especialista
senior de Medicina Interna del Hospital Clínico de Barcelona, que entiende que,
aunque su metodología "es impecable, el numero limitado de datos
disponibles reduce la aplicabilidad generalizada de este estudio". Así,
"cualquier decisión terapéutica debe estar basada en el balance
riesgo-beneficio a nivel cardíaco frente a riesgo-beneficio a nivel
respiratorio".
EDUCACIÓN DEL PACIENTE
También, el resto de
expertos comparte este punto de vista, pero destacando que ya no pueden
considerarse absolutamente contraindicados. No en vano, expone Lobos, los
resultados evidencian los efectos agudos de los betabloqueantes tanto
cardioselectivos como no selectivos sobre el sistema respiratorio.
Soto apunta la
necesidad de observar un mayor cuidado en los pacientes con asma grave, en
especial si es inestable, y durante una exacerbación "deben probablemente
ser restringidos temporalmente".
Asimismo, apuesta por
comenzar una dosis de prueba, titular y educar al paciente, ya que no son
fármacos de manejo tan sencillo como una estatina.
DESUSO
Dada la eficacia de
los betabloqueantes en insuficiencia cardiaca, cardiopatía isquémica y
fibrilación auricular, el estudio Caracter-Beta, publicado en 2011 en la
Revista Española de Cardiología, analizó las causas para no usarlos en España.
El trabajo incluyó a 1.608 pacientes de los que el 78,6 por ciento fueron
incluidos en cardiología y el 21,4, en medicina interna. El asma fue un motivo
principal para no indicarlos.
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