Una
mujer italiana de 85 años ha acudido a una clínica de suicidio asistido en
Basilea, Suiza, para quitarse la vida porque -aunque por lo demás estaba sana-
"le preocupaba cómo se había ido desmejorando su aspecto", informa el
rotativo británico Daily Mail.
Los
hermanos y otros familiares de Oriella Cazzanello dejaron de tener noticias de
ella a finales de enero. Al principio no le dieron importancia porque era
habitual que se marchara a pasar el fin de semana a algún balneario. Con el
transcurrir de los días denunciaron su desaparición a la policía y al poco su
abogado recibió sus cenizas y el certificado de defunción, con una nota en la
que se aseguraba -según la agencia ANSA- que había decidido poner fin a su vida
porque estaba "agobiada por la edad y el inevitable deterioro de su
aspecto, del que tan orgullosa había estado".
Suiza
se está convirtiendo en el centro europeo del suicidio asistido, donde la
práctica no se persigue de hecho si no media un interés dudoso en quien lo
presta -por ejemplo, ser heredero-, frente a las penas de hasta catorce años de
prisión que soporta en el Reino Unido. En España, en cambio, puede ser inferior
a dos años si la acción se limita a prescribir un fármaco letal. Lo cierto es
que, según el Daily Mail, más de doscientos británicos han acudido
a Suiza durante la última década para poner fin a su vida, incluyendo al
director de orquesta Sir Edward Downes, de 85 años edad, y su mujer, de 74, que
lo hicieron en una clínica de la asociación Dignitas en 2009.
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