Los usuarios a los que se les confirme parkinson, tienen ahora una nueva alternativa: la combinación de rasagilina y ropirinol de liberación prolongada, en contra del tratamiento estándar con levodopa (más carbidopa).
El Parkinson, según explicaron los expertos, tiene dos fases: una primera, que puede durar cerca de diez años, en la que los síntomas se producen por la falta de dopamina en el cuerpo (por la muerte de neuronas que se encuentran bajo el tronco del encéfalo llamadas sustancia nigra), y una segunda, más tardía, en la que los problemas están más relacionados con la pérdida de neuronas, como los trastornos cognitivos y la demencia, detalló José Ángel Obeso, director de la Unidad de Trastornos del Movimiento y Ganglios Basales, de la Clínica Universitaria de Navarra.
La mayor parte del arsenal terapéutico se centra en esta primera etapa de la enfermedad, en la que es vital controlar los niveles de dopamina para tratar los síntomas, según el especialista. Para Obeso, tras los estudios Adagio, que sostiene que la rasigilina retrasaría el avance de la enfermedad, y Prepared, que apunta que ropirinol de liberación prolongada atenúa o hace que desaparezcan los periodos de inmovilidad y otras complicaciones motoras, “ha cambiado el abordaje de los pacientes nuevos, que deberían combinar ambos tratamientos”.
Andrew Lees, del Reta Lila Western Institute of Neurological Studies, de la Universidad de Londres, explicó que ropirinol de liberación prolongada mantiene constantes los niveles de dopamina y es efectivo para pacientes antiguos que no estén controlados por levodopa. Señala que este fármaco es muy fácil de tomar y tiene muy pocos efectos secundarios.
En la actualidad, cuando se detecta y diagnostica el Parkinson en un paciente, éste ya ha perdido el 80 por ciento de la dopamina estriatal y la mitad de las células de la sustancia nigra. “Por este motivo, cuanto antes se reponga el déficit dopaminérgico, más oportunidades se tienen de poder compensar el funcionamiento de los ganglios basales, de ahí la importancia de iniciar el tratamiento sintomático lo antes posible”, explica Obeso. Para Lees, los mayores retos en la investigación farmacológica están en la segunda fase de la enfermedad, sobre todo en las personas mayores que no empezaron desde el inicio con levodopa, para las que no hay muchas alternativas de tratamiento.
Hasta ahora se sabe, según Lees, que la enfermedad de Parkinson sólo tiene un origen genético en el 5 por ciento de los casos. “En el resto de los casos no sabemos exactamente cómo sucede. Algunas teorías sugieren que existe en el desarrollo un acontecimiento ambiental (un traumatismo, estrés, etc.) que desata la cascada del proceso patológico. Debemos concentrar nuestros esfuerzos en descifrar este punto”.
lunes, 1 de junio de 2009
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HOLA LUIS EDUARDO
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