Expertos dicen que la salud del paciente está por encima de ciertas normas y que el 'Lex Artis' exonera, en ocasiones, a un sanitario si se aleja del estándar de la profesión.
Estar tantas horas delante de un
mostrador en una oficina de farmacia tratando con pacientes eleva de forma
considerable las probabilidades de que aparezcan dilemas éticos. La casuística
en una farmacia es amplia y variada y el farmacéutico debe de tener muy claro
cuál es su criterio para afrontar diferentes casos donde haya que tomar
decisiones.
Antonio Aguilar, profesor de
Farmacología de la Universidad CEU San Pablo, de Madrid, indica que el contexto
en el que se suele ver involucrado el farmacéutico cuando se trata de un dilema
ético es en el que por un lado está la norma, mientras que por el otro aparece
lo que el profesional considera bueno para el paciente. "Mi criterio es
siempre que, en cualquier situación hay que actuar queriendo lo mejor para el
paciente, como si fuera un familiar nuestro", indica, mientras que añade
que, en el peor de los casos, será la Justicia la que determinará quién tiene
razón.
Aguilar hace mención al término
jurídico Lex Artis. Este concepto recoge que, cuando un profesional sanitario
se aleja de los estándares de la profesión podrá quedar exonerado de
responsabilidad siempre que lo haga de forma consciente y prudente. De modo que
el sanitario podría tomar decisiones insólitas ante una situación de crisis.
La Asociación Española de
Farmacéuticos Católicos (AEFC) explica en este sentido que los dilemas éticos a
los que se enfrenta el farmacéutico son bastante comunes en el día a día.
Por su parte, el Consejo General
de Colegios de Farmacéuticos tiene a disposición del farmacéutico un marco
deontológico para el ejercicio profesional que los farmacéuticos deben tener
presente en su actuación.
Algunos ejemplos
Según los expertos consultados
por CF, estos son algunos de los dilemas éticos a los que se puede enfrentar el
farmacéutico a pie de mostrador:
Con o sin receta para crónicos.
Este debate es un clásico. "Aparece un paciente al que conocemos y sabemos
que tiene una patología crónica, pero no tiene la receta. Podemos cumplir la
norma y producirle un perjuicio o tenemos la opción de adelantarle la
medicación para velar por su salud y que más adelante nos traiga la
receta", remarca Aguilar.
Cliente o paciente. Esta
es la dicotomía que más persigue al farmacéutico en su día a día. "Puede
venir un paciente sin la receta de un producto y no se le puede dar, pero sí
venderle la marca por un precio infinitamente superior", remarca Aguilar,
dejando abierto un debate ético de altos vuelos. No obstante, Aguilar recuerda
que no es el farmacéutico el que impone o marca esta directriz, sino que son
las instituciones las que gestionan el precio oficial.
Infecciones de orina. Es
muy habitual que pacientes, preferentemente mujeres, acudan a una farmacia por
una infección de orina en busca de un tratamiento que requiere receta.
"¿No se lo vendemos y dejamos que sufra los síntomas por no tener un
acceso rápido a un médico o esperamos a que regrese cuando tenga la
correspondiente receta?", plantea Aguilar.
Homeopatía. El
farmacéutico también tiene un dilema ético con los productos de homeopatía.
Carecen de evidencia científica. ¿Las tengo en la farmacia o no? Este debate se
puede zanjar con un término medio. “Yo en mi farmacia no tenía este tipo de
productos y no los recomendaba al no tener una base científica, pero si alguien
venía expresamente a por ellos pues se encargaban”, recalca.
Protección de datos. Este
aspecto está muy de moda y cada vez hay más esfuerzos para velar por la
protección de los datos del paciente, pero Aguilar recuerda que en farmacias de
pequeño tamaño la privacidad en el mostrador es casi nula. "A veces es
difícil mantener esa privacidad y el de al lado, a poco que conozca algo de
medicamentos, puede saber qué patología tiene el paciente", asegura el
profesor de farmacología de la Universidad CEU San Pablo.
Píldora 'del día después'
Es uno de los dilemas éticos por
excelencia en la oficina de farmacia. Desde el punto de vista judicial, en este
asunto hay un antes y un después con una sentencia en 2015 del Tribunal
Constitucional (TC), en la que se refrendaba el derecho a la objeción de
conciencia de un farmacéutico de Sevilla que fue sancionado por negarse a
dispensar en 2008 la llamada píldora del día después. Al otorgarle el amparo,
la mayoría del Tribunal de Garantías señaló que, en este caso concreto, el
ejercicio del derecho a la objeción de conciencia del farmacéutico no vulneró
el derecho de la mujer a la salud sexual y reproductiva. "La sentencia es
un respaldo a la libertad en el ejercicio profesional del farmacéutico",
explica la Asociación Española de Farmacéuticos Católicos, los mismos que
recuerdan que el profesional que quiera ser objetor de conciencia deberá
comunicarlo a su colegio correspondiente.
Hay muchos caminos y muchas
opiniones al respecto, pero si el farmacéutico trabaja siempre por el bien el
paciente reduce el número de probabilidades de confundirse a máximo.
Alejandro
Segalás. Salamanca. Actualizado Sáb, 16/11/2024 - 08:00
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