No es posible eliminar los efectos adversos, pero sí reducirlos un 50%
Santiago Rego. Santander 29/08/2008
Los avances científicos y tecnológicos han traído una medicina eficaz pero muy agresiva, mejorando las expectativas en la resolución de las enfermedades pero aumentando el riesgo relacionado con los procedimientos diagnósticos y terapéuticos. Con todo, los expertos aseguran que hasta el 50 por ciento de los fallos que se cometen en los sistemas sanitarios occidentales podrían corregirse con una adecuada gestión de los riesgos, que ha de ser no sólo eficaz, sino también eficiente.
Éstas son algunas de las tesis expuestas por Manuel Gómez Fleitas, catedrático de Cirugía y jefe del servicio de Cirugía General del Hospital Marqués de Valdecilla, y Henar Rebollo, coordinadora de la Unidad de Seguridad del Paciente del mismo centro, que han codirigido, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), de Santander, el curso Aspectos jurídicos, sociológicos y estructurales de la seguridad clínica.
Gómez Fleitas ha afirmado rotundo, tras casi 30 años en el quirófano, que la seguridad clínica al cien por cien, con la medicina tan agresiva que hoy se practica, es imposible. "El 9,3 por ciento de los pacientes que ingresan en un centro hospitalario sufre algún efecto adverso, siendo las causas más frecuentes la medicación, las infecciones asociadas a la asistencia hospitalaria y aquellos relacionados con problemas técnicos, sobre todo ligados a intervenciones quirúrgicas", ha enumerado.
No obstante, las cosas mejoran poco a poco. Rebollo ha hecho público el último dato sobre la infección ligada a la asistencia sanitaria en general en el Marqués de Valdecilla, que en mayo estaba en el 9 por ciento, dos puntos menos que al cierre del pasado año. "Esta cifra puede bajar, y campañas tan sencillas como promover el lavado de manos de los profesionales se han revelado altamente eficaces".
El catedrático ha resaltado el positivo papel de las unidades funcionales en seguridad de pacientes (UFSP) puestas en marcha el pasado año en los centros hospitalarios de Cantabria (ver DM del 23-V-2007) para potenciar, desarrollar y evaluar una asistencial segura. A este respecto, Rebollo ha admitido que "las personas fallan", y que es necesario analizar y aprender de los errores.
La codirectora del curso ha señalado que una de las claves es cambiar la tendencia a la culpabilización de las personas por sus errores por una actuación que considere los fallos como oportunidades de mejora del sistema asistencial.
El cirujano, por su parte, ha explicado que es necesario promover una cultura de seguridad del paciente entre los profesionales, diseñar sistemas que mejoren la notificación de los errores e implantar unidades funcionales de seguridad de pacientes en todos los centros. "Los avances sociosanitarios han generado un acceso universal de la población a la asistencia sanitaria y un aumento de la longevidad, lo que ha generado un incremento y masificación de la actividad sanitaria, y una mayor complejidad y agresividad asistencial".
"Esta situación conlleva una pérdida de seguridad, que esta cobrando en los últimos años una gran consideración en nuestro entorno. Se calcula que la mortalidad anual producida por los efectos adversos en Estados Unidos es de unos 90.000 pacientes, lo que constituye un problema sanitario de primera índole", ha precisado, en la misma línea argumental, Rebollo.
Convertir este modelo asistencial científico, complejo, eficaz, y accesible universalmente, en otro que añada unas cotas muy altas de seguridad es uno de los grandes retos actuales. "Se necesita reconocer la dimensión de este problema, crear un cambio cultural y estratégico en la organización sanitaria y que se extienda a nivel social para que transforme el papel de los ciudadanos y de los pacientes, además de evaluar con sumo rigor el cumplimiento de los protocolos y guías de actuación".
lunes, 1 de septiembre de 2008
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